La mujer campesina en México

Aun cuando El Día Mundial de las Mujeres Rurales fue establecido por la ONU el 15 de octubre de 2008 y el 8 de Marzo es fecha reconocida desde 1975 por la ONU como el día de la mujer, como señala ONU Mujeres, las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.

Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus comunidades y ayudan a preparar a esas comunidades frente al cambio climático.

En México la población rural vive en condiciones de pobreza superiores a la población urbana. Las entidades federativas con mayores índices de marginalidad coinciden con las de mayor porcentaje de población rural lo cual repercute directamente en las condiciones de vida de la mujer campesina y singularmente en las de la mujer indígena.

Teniendo en cuenta que el 76 por ciento de la población que vive en la extrema pobreza se encuentra en zonas rurales, garantizar el acceso de las mujeres rurales a recursos agrícolas productivos empodera a las mujeres y contribuye a reducir el hambre y la pobreza en el mundo.

Según el Censo de Población y Vivienda de 2010, en el país había 196,350 localidades rurales menores de 2,500 habitantes, sumaba 26 millones, representando 23.2 % de la población total del país; alrededor de 13.4 millones son mujeres y 12.9 millones son hombres. De acuerdo al índice de femineidad, hay 104 mujeres rurales por cada 100 hombres rurales. La edad media de las mujeres rurales es de 23 años y 22 para los hombres, mientras que la correspondiente a las mujeres de grandes ciudades de 100 mil y más habitantes es 29 y 27 años, respectivamente.

es una realidad que las mujeres y niñas rurales enfrentan particularidades y mayores obstáculos para ejercer sus derechos. Esto significa que las vidas de poco más de 10 millones de mujeres están determinadas por un territorio, condicionamientos culturales y redes de dependencia de producción y supervivencia radicalmente diferentes a las mujeres que viven en zonas urbanas.

De acuerdo con datos nacionales, 6 de cada 10 mujeres rurales viven en pobreza, la expresión más lacerante de la desigualdad. En materia de educación, las mujeres rurales mayores de 15 años han estudiado en promedio solo 6.6 años, cifra que a nivel nacional es de 9 años.

De acuerdo con lo que menciona Gisela Espino en su escrito «Mujeres campesinas en el umbral del nuevo siglo»,

«En los últimos años, uno de los grupos sociales que más está trasformando su vida es el de las mujeres rurales: las campesinas incursionan en nuevas actividades y asumen nuevas funciones en la economía, en la familia y en la vida comunitaria, no en balde se habla de la feminización de la agricultura y la pobreza; se mueven temporal o definitivamente de lugar de residencia; empiezan a tomar decisiones sobre sus cuerpos y su maternidad; y también empiezan a acceder a la propiedad jurídica de la tierra y a ejercer puestos de representación. Ciertamente, la debacle que vive el campo mexicano ha empujado a familias enteras, especialmente a las mujeres, a incursionar en más espacios y a asumir más tareas, pese a los altos costos para la salud, el bienestar y la vida de las mujeres y sus familias, se abren nuevos retos y otras perspectivas.

El mundo de la competencia y del libre mercado que hoy es incuestionable para los gobiernos y que irremediablemente coloca a los campesinos como perdedores, ha arrojado a las mujeres a competir por los escasos y mal pagados puestos de trabajo que ofrece la sociedad moderna; las ha arrojado también a un mundo nuevo, ciertamente más amplio que el del hogar tradicional, pero infinitamente injusto y cruel. Un mundo que les exige cambios radicales en la forma de vivir y de enfrentarlo. Las campesinas tendrán que remontar los rezagos y superar las desigualdades sociales y económicas que viven por ser del campo, pero también las injusticias que sufren por el hecho de haber nacido mujeres.»

Voces de las mujeres rurales de América Latina


Fuentes:

Fundación Plurales, (Octubre 15 de 2017), «Mujeres Rurales : agentes de cambio contra la pobreza, el hambre y el cambio climático«, Recuperado de http://www.plurales.org/dia-internacional-la-mujerrural/

Espinosa, G, (sf), «Mujeres campesinas en el umbral del nuevo siglo» Recuperado el 1 de Marzo del 2021 de: Mujeres campesinas en el umbral del nuevo siglo

Gobierno de México, Recuperado el 1 de Marzo del 2021 de: Instituto Nacional de las Mujeres

 

 


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