Dignidad y Valorarse

La dignidad, ese valor personal que señala, precisamente, que no tenemos precio, merece la pena ser estudiada. Aristóteles pensaba que, “la dignidad no consiste en tener honores sino en merecerlos”.

La dignidad humana se encuentra en el fundamento del derecho al honor, la que justifica el deber de respeto a los demás hombres.

Las personas tenemos un precio, un valor indiscutible llamado dignidad personal. Es una dimensión incondicional que nos recuerda cada día que nadie puede ni debe utilizarnos. Somos libres, seres valiosos, responsables de nosotros mismos y merecedores a su vez de un adecuado respeto.

La dignidad personal es, sin duda, uno de los conceptos más interesantes a la vez que descuidados dentro del campo del crecimiento personal. De algún modo, a muchos se nos ha olvidado que esta dimensión no depende del reconocimiento externo. Nadie tiene por qué otorgarnos un valor determinado para que nosotros mismos nos sintamos merecedores de obsequios.

Entonces, no debemos confundir que el recibir un reconocimiento no merecido, o un puesto logrado por política, (por ejemplo, cuando se destaca a alguien dentro de un grupo o Gremio, por mero interés propio o político o ser parte de una farsa como esa, eso… no es ser digno ni tener dignidad.

“Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca meramente como medio”.

-Immanuel Kant-

La esperanza no es lo último que una persona debe perder; en realidad, lo que jamás debemos perder es la dignidad personal. La dignidad no son unas llaves que ponemos en nuestros bolsillos y que de vez en cuando dejamos a otros para que nos las guarden.

Tampoco es una posesión material, es un valor intransferible, incondicional, propio y privado de cada uno. No se deja, no se pierde ni se vende: va contigo siempre.

Por eso debemos considerar que perdemos la Dignidad personal cuando:

  • Cuando nos dejamos humillar, boicotear y manipular de forma sistemática.
  • Cuando dejamos de amarnos a nosotros mismos.
  • Cuando nos volvemos conformistas y aceptamos mucho menos de lo que merecemos.
  • En el momento en que nos excedemos. Ese momento en el que exigimos privilegios y aceptamos el desequilibrio y la igualdad respecto a nuestros semejantes.

Uno de los pilares de la Dignidad, además de comprender que somos dueños de nosotros mismos, es el definir nuestros valores. una identidad fuerte, una buena autoestima y unos valores sólidos configuran las raíces de nuestra dignidad personal

Recordemos lo que escribió José Martí; “vale más un minuto de pie que una vida de rodillas”, o como decía Emiliano Zapata, “Prefiero morir de pie que vivir siempre arrodillado”. Debemos reconocer que ellos se referían a que es mejor vivir con dignidad, libertad, sin ataduras que llevan a ser manipulado, sea por conveniencia o por obligación.

Vivir de rodillas sugiere vivir una vida servil, en la que eres servidor de los demás o de alguien, y no dueño de tu propio destino, creo que no desearíamos enseñar eso a nuestros descendientes ni que vivieran subyugados por algo o alguien.

También es importante que seamos capaces de cuidar de la dignidad de los demás, porque ser digno es también saber reconocer al igual, sea cual sea su condición, su situación, su origen, su estatus o su raza.

La importancia de tener Dignidad y saber valorarse

Bibliografía:

Sabater, Valeria (Julio 2022). “La dignidad personal es reconocer que merecemos algo mejor” Recuperado de La mente es maravillosa”

Pele, A. (2010). La dignidad humana.



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